viernes, 4 de septiembre de 2009

Voy a ser papá


Querida Marcela

El día que nos enteramos que tú ya nos acompañabas, dejé de pensar tanto en mí. Desde ese momento, empezó mi aprendizaje de padre primerizo a los 37 años. Cada mañana cuando despierto, saludo a tu mamá y aproximo mi rostro a su abultada barriga. Tanteo con mi oreja y mis manos dónde puede estar tu carita. Por intuición la encuentro, cierro mis ojos para verte mejor y susurro lentamente lo mucho que te quiero. Y tú te mueves.

Cuando fuimos a tu primera ecografía disfrace mi ansiedad para darle tranquilidad a tu mamá. Al verte en la pantalla sentí una felicidad extrema que aumentó al escuchar los fuertes latidos de tu corazón, que sonaban como pequeños tambores a ritmo de jazz. Luego, en la segunda ecografía vimos tus ojos, labios, nariz, delgados brazos, finos dedos y la imagen en 4d siguió bajando hasta llegar a tus piernas y, de repente, las alzaste para que revelar que eras una niña.

La noche de tu baby shower acepto que hice el ridículo. Si antes lo había hecho era más por conveniencia: En el colegio tenía que salir a bailar en las actuaciones para aprobar con 11 el curso de conducta. En cambio, en aquella reunión de amigos, bebí cerveza como un castigo, tuve que gatear varias veces, lucí un pañal que me hacía parecer un Yokozuna (campeón de sumo), encima mi gran abdomen midió un par de centímetros más que el tu mamá, Silvia.

Pienso que las alegrías que antes he vivido no se compararán a lo que experimentaré cuando logre tenerte en mis brazos, hija. Recuerdo que mi orgullo se elevó cuando vi mi nombre en una pizarra que anunciaba mi ingreso a la PUCP, también cuando me levanté a las 5 y 30 a.m. y esperé a que abrieran el quiosco de periódicos para comprar uno en el que aparecería mi primera nota periodística firmada. O cuando gané un trofeo por un cuento inspirado en mis años en Japón. Presiento que estas victorias personales serán desplazadas cuando escuche tu primer llanto.

Me olvidaba contarte que con tu mamá hemos asistido a varias clases prenatales. Aunque no existe una escuela que te enseñe a ser padre, aprendí la adecuada respiración para las contracciones y tus primeros cuidados. Además de la teoría la ayudé a tu mamá con los ejercicios. La primera clase salí con las piernas cansadas. Por eso también decidí hacer un poco de deporte para así poder tener energía para jugar contigo.

Poco a poco, me cambiaste la vida hijita. Si antes me gustaba leer novelas, ahora leo cuentos infantiles. Si meses atrás me amanecía tomando con mis amigos, he tenido que despertarme en la madrugada por algunos antojos de tú mamá. Sí tu mamá me engreía, ahora la engreída vas a ser tú, Marcelita.

Como ya sabes, la mayoría de veces te llamo ‘Pucu’. Sucede que a tu mamá yo la llamo ‘Pacu’ y por añadidura yo soy ‘Poco’(tón). Pero a veces exageramos y te decimos: ‘Pucu rucu tucu, paloma’. Tu nombre, Marcela Fernanda lo eligió tu mamá y a mí me gustó. Son nombres fuertes para salir siempre adelante.

En tu cuarto tienes vestidos para varias edades, zapatitos de ranita, de mariposas, baberos multicolores, vestidos coquetos y serios. Según los cálculos médicos en tres o cuatro semanas, dejarás el cálido albergue de tu mamá. Y, en unos meses, tal vez al terminar tu papilla o cambiándote el pañal o ayudándote a botar el chanchito, muevas tus labios para decirme: Papá, papá, papá.

4 comentarios:

  1. Arriola, es lo mas lindo que he leído... muchas felicidades, en serio... me da muchisimo gusto que todo te este yendo bien... un abrazo fortísimo y te traspaso mis energías positivas para la hora del parto (para ti y tu esposa). Sara

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  2. Mis dos grandes amores. Gordito, no solo eres un hombre maravillos, sino un padre espectacular... Si dijera solo que te amo, esas dos palabras no bastan para expresar lo inmensamente feliz que me haces cada día. Marcelita y yo te damos las gracias por ser un Grande Pa!!!

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